Recuerdo una visita de un proyecto financiado por el Banco en una comunidad rural de Bolivia. Una entusiasta mujer Quechua me comentaba muy orgullosa que estaba a punto de hacer el viaje de tres horas a Sucre con su “wawa” (bebé) para obtener las tres cotizaciones que ella necesitaba para la compra de alambre para los cercos comunitarios. Ella estaba participando en una de las 600 inversiones diseñadas para ayudar a las comunidades rurales de Bolivia a salir de la pobreza, en el marco del proyecto de Inversión Comunitaria en Áreas Rurales (PICAR) del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras.
“Tú sólo tienes una wawa, o no?”, pregunté. Ella respondió: “Bueno, éste es el menor de seis hijos; los otros se quedarán en casa. Mi hija de 10 años va a ocuparse de los más chicos. Mi marido está trabajando en el Chapare, cosechando hojas de coca. Él sólo viene a la casa ocasionalmente”.
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Poniéndonos en los zapatos de las mujeres: experiencias de un proyecto de desarrollo comunitario rural en Bolivia
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